Caminando por los espacios interbloques de la calle Mataró nos encontramos con este jardín de macetas paralepípedas y vistosos colores.
Mientras mirábamos los detalles del jardín oímos cómo se cerraba la persiana por la que asomaba una mujer que estuvo observándonos de manera desconfiada.
Pensamos que ella podría ser la jardinera de este enigmático jardín. Quizás proyectamos una mirada rara sobre su jardín y las vías de comunicación se cerraron de manera simbólica con el descenso de la persiana.
Nos encantaría poder encontrarnos en un futuro con la supuesta jardinera y comentarle que la rareza es un valor en los ecosistemas que ha de ser protegida.